¿QUÉ ES UN RIESGO NATURAL?

No hay región en el mundo que no se haya visto o se verá afectada por un fenómeno de carácter natural especialmente adverso provocado generalmente por un evento climático o un fenómeno geológico extremo. Las consecuencias de estos fenómenos pueden contar con o sin la participación del ser humano en relación a la amplificación o reducción de las mismas tanto materiales como humanas.

El concepto de riesgo natural está relacionado con la probabilidad de que una localización concreta pueda verse afectada por un fenómeno natural adverso y que éste pueda suponer una pérdida económica, daño ambiental o afecciones a las personas. Un fenómeno natural adverso corresponde a un evento de origen natural, de intensidad y probabilidad de ocurrencia variable, que se encuentra ligado generalmente a condiciones climáticas, geológicas y/o topográficas desfavorables.

A lurte se ocupa especialmente de los riesgos naturales predecibles, es decir, de aquellos que se puede llegar a estimar su probabilidad temporal de ocurrencia discriminando incluso su potencial intensidad. También se incluyen algunos riesgos como los incendios forestales en los que interviene de una forma muy importante el hombre como factor desencadenante y con ello de mucho más imprevisible pronóstico.

Para encontrar una situación de riesgo debe existir cierta probabilidad de que en un territorio se puede producir un evento extremo adverso (peligrosidad); que un bien material, ambiental y/o personal se pueda ver afectado por el mismo (nivel de exposición) y que se produzca cierto nivel de daños (función de su vulnerabilidad)..

FACTORES DE RIESGO

Un factor de riesgo es todo aquello que condiciona o influye en la intensidad de los efectos, en el alcance del daño o en la ocurrencia del riesgo. El conocimiento de los factores de riesgo es fundamental para la predicción y prevención de los mismos.

La magnitud de un riesgo depende de los siguientes factores:

Peligrosidad

Es la probabilidad de que ocurra un fenómeno natural adverso de cierta intensidad en un territorio y en un periodo de tiempo determinado. Para caracterizar la peligrosidad se debe atender principalmente a su periodo de retorno (intervalo de tiempo, generalmente en años, en el que se estima que con una alta probabilidad ocurra un evento de una determinada intensidad) y al grado de severidad que puede alcanzar este fenómeno al impactar sobre un bien o persona que se cruce en su trayectoria. Para caracterizar este factor en un territorio se realizan los denominados mapas de peligrosidad que reflejan los distintos alcances estimados para distintos periodos de retorno (por ejemplo 10,50,100 y 500 años) e intensidades (Muy alta, alta, media, baja).

Para que se materialice un peligro es necesario la conjunción generalmente de unos factores condicionantes (relacionados con la caracterización geográfica física de la zona de estudio) y otros desencadenantes (climáticos, geológicos o humanos generalmente).

Exposición

Estimación del número total de personas o la cantidad total de bienes materiales que puede verse afectado por un determinado suceso. Este factor dependerá del uso temporal del territorio y de la propia movilidad de los potenciales bienes amenazados. Se diferencia a este respecto entre bienes estáticos (casas, carreteras, …), bienes semi-móviles (roulotte, móvil home, …) y móviles (personas, coches, …).

Vulnerabilidad

Este factor está relacionado con el potencial de daños que puede llegar a ocasionar, a un bien, una persona o un emplazamiento al verse alcanzado por un peligro de determinada intensidad. Es importante diferenciar para cada riesgo la distinta vulnerabilidad que presentan los distintos bienes y personas. Los factores asociados a la vulnerabilidad son la fragilidad y la resiliencia.

Para caracterizar la fragilidad se puede representar gráficamente la relación de la intensidad que puede alcanzar el fenómeno y el umbral de daños esperables (probabilidad de pérdida de vidas humanas o de infringir importantes daños, pérdida económica, nivel de afección a infraestructuras, etc.).

Dentro del término vulnerabilidad destaca el concepto de resiliencia, que es la capacidad de recuperación o adaptabilidad de un territorio o una sociedad tras haberse visto afectado por un fenómeno natural especialmente adverso.

Existe una vulnerabilidad directa por daños a personas y bienes y otra económica y social asociada a la amplificación de los daños en sociedades donde hay debilidad en el funcionamiento de las instituciones, la organización social y falta de compromiso político. Para su caracterización se suele recurrir a escalas cualitativas o en algunos casos al porcentaje que puede ser de la proporción de personas o bienes potencialmente afectables o el nivel de daños esperables donde el 100% sería la pérdida total del bien o la muerte, en el caso de personas.

RIESGO = Peligro x Nivel de Exposición x Vulnerabilidad

OTROS CONCEPTOS IMPORTANTES A TENER EN CUENTA

Constancia histórica

Se consulta y registra la existencia de antecedentes orales, gráficos y/o escritos de los efectos producidos en determinadas ubicaciones expuestas a riesgos naturales. Para que estos registros sean válidos para la caracterización del riesgo, deben presentar unas garantías suficientes y deben ser corroborados por los propios estudios y simulaciones de situaciones extremas que se realicen. Es esencial conocer lo que ocurrió en el pasado para predecir lo que puede ocurrir en el futuro y actuar para limitar los potenciales daños. Existe en este sentido un importante déficit en Aragón de bases de datos históricas de acontecimientos acaecidos y que Alurte está dispuesta a colaborar en su mejora.

El riesgo “cero” no existe

  • Frente a la mayoría de riesgos naturales, y sobre todo en montaña, es muy complicado encontrarse con una situación de ausencia o probabilidad remota de ocurrencia de un determinado riesgo.
  • La mayor presencia de personas en la montaña hace que aumente la exposición a fenómenos naturales adversos y con ello, aun limitando al máximo los emplazamientos con mayor peligro, siempre permanece un cierto nivel de riesgo residual. Intentar eliminarlo completamente sería como prohibir coger el coche para que no haya accidentes de tráfico. Incluso aún actuando frente al riesgo con medidas de mitigación no se puede garantizar la no ocurrencia y afección por eventos especialmente catastróficos cuyos costes de posibles medidas de mitigación son prohibitivos.

Cuenca de Riesgo

Corresponde a un determinado territorio donde se considera que los condicionantes geográficos y físicos del mismo se comportan de una forma relativamente homogénea y/o proporcional con respecto a un determinado fenómeno natural adverso como pueden ser aludes de nieve, movimientos del terreno, avenidas, etc. Corresponde generalmente con una comarca o valle con condiciones naturales y geográficas muy próximas y que nos permite estudiar el fenómeno en su globalidad y poder trasladar sucesos extremos ocurridos dentro de esta cuenca a diferentes vertientes con solo discriminar las posibles particularidades que pueda tener cada situación.

EL ANÁLISIS Y EVALUACIÓN DE RIESGOS NATURALES

Por las propias consecuencias que los riesgos naturales generan es muy importante trabajar con la comunidad científica y técnica para intentar aproximar y en cierta medida unificar las metodologías en que se deben realizar el análisis y evaluación de los riesgos naturales en un intento de mitigar su acción y optimizar la gestión de los recursos. En esta dirección en Aragón ya se cuenta desde el año 2004 con una normativa en relación al análisis y evaluación de los riesgos naturales que ha supuesto un hito en la consideración técnica de esta materia. En los siguientes puntos se condensa la metodología que emana de esta normativa de fuerte carácter técnico.

Zonas donde existe la necesidad de realizar un análisis y evaluación de riesgos naturales.

  • En las zonas de montaña; y en relación a multitud de riesgos como inundaciones, movimientos del terreno, incendios forestales, fuertes vientos y rayos; es complicado que nos encontremos con emplazamientos que presenten una situación de aceptabilidad directa.  Las situaciones de aceptabilidad directa se dan cuando el nivel de riesgo es muy bajo o remoto (se acercaría mucho a una situación de riesgo cero). Ello obliga a tener que realizar un análisis y evaluación del nivel de los distintos riesgos que amenazan a los usos actuales o futuros que se consideren para este emplazamiento.
  • En las áreas no montañosas nos encontramos generalmente con una situación más favorable y podemos encontrarnos con más situaciones de emplazamientos con aceptabilidad directa pero en cualquier caso siempre es necesario realizar un chequeo de todos los riesgos naturales que se suelen analizar para justificadamente ajustar el alcance del estudio.

Metodología general para el análisis y evaluación de riesgos

    • El análisis y evaluación de riesgos lo realiza un equipo multidisciplinar especializado que caracteriza las situaciones de amenaza al emplazamiento y plantea las soluciones más adecuadas para hacer aceptable el nivel de riesgo.
    • El estudio se inicia con un primer análisis de cada uno de los riesgos para poder descartar aquellos cuya posibilidad de ocurrencia sea remota o muy baja. Esta apreciación se realiza en función del análisis de datos históricos del emplazamiento o situaciones asimilables y del estado de la ciencia, la técnica y el conocimiento general en el momento de su valoración. De esta manera se descarta la ejecución de análisis posteriores de estos riesgos con posibilidad de ocurrencia remota.
    • Para los riesgos que no se encuentran en una situación de aceptabilidad directa es obligado la realización de un estudio que permita analizar y evaluar su situación de riesgo. A partir de estos estudios se debe definir la situación para cada uno de los riesgos en que se encuentra la localización (riesgo residual bajo, medio o alto). Cada situación de riesgo precisa asimismo de la propuesta de una serie de medidas de mitigación específicas. Estas medidas deben hacer que este riesgo sea de nivel aceptable o en caso contrario considerar la localización como de riesgo no aceptable, lo que supone descartarlo.

Situaciones de aceptabilidad directa frente a diferentes riesgos

Situación de riesgo

  • Tras el análisis del riesgo se procede a la evaluación del riesgo que intenta estimar de forma conjunta la probabilidad y los potenciales daños que en un determinado periodo de tiempo pueden producirse por un fenómeno adverso en los bienes, las personas y el medio ambiente.
  • Para la evaluación de los riesgos se puede recurrir al empleo de métodos determinísticos que, en el caso por ejemplo de movimientos del terreno y aludes ,emplean análisis mecánicos y modelos de estabilidad con base física para determinar el factor de seguridad gracias a programas de modelización apoyados en el estudio de eventos ocurridos en la cuenca de riesgo. Su ámbito geográfico de uso es generalmente local.
  • Generalmente es difícil realizar una estimación cuantitativa del riesgo y se suele optar por su caracterización cualitativa. Esta se puede realizar con una evaluación de los distintos factores que se considera intervienen en el fenómeno convenientemente categorizada y ponderada. Se trata de un método semicuantitativo que intenta objetivar al máximo la evaluación en función de la experiencia de ocurrencia de fenómenos adversos en la cuenca de riesgo. También se puede recurrir al apoyo de un mapeo directo basándose en la evaluación de un experto o comité de especialistas del fenómeno en un determinado territorio. En cualquier caso, determinar la ponderación precisa (peso) que se quiere dar a cada uno de los factores es el principal desafio.
  • La obtención de la situación de riesgo generalmente se obtiene mediante una matriz que cruza distintas situaciones de peligro con estimaciones de vulnerabilidad y exposición.
  • Finalmente, la situación de riesgo generalmente obliga a proponer actuaciones que se diseñan para proteger bienes y, especialmente, personas ante un evento de cierta intensidad cuya probabilidad de ocurrencia se considera baja o muy baja, por lo que la obra será efectiva en un gran número de casos. Esto supone que nos podemos encontrar con eventos muy poco probables cuya intensidad no podría ser controlada y se podría producir un riesgo residual. El poderse defender frente a estos eventos supone unas inversiones excesivas. Si este nivel de riesgo residual se considera aceptable socialmente se podría autorizar el uso o emplazamiento y en caso contrario se debería prohibir.
  • Generalmente se diferencian cuatro situaciones de riesgo para distintos periodos de retorno:

Riesgos naturales que se analizan en territorios de montaña

  • En zonas de montaña de la Península Ibérica se analizan los siguientes riesgos naturales:
    • Inundaciones
    • Incendios forestales
    • Movimientos del terreno (incluye todos los fenómenos relacionados con la desestabilización del substrato superficial de la corteza terrestre)
    • Aludes de nieve
    • Vientos fuertes
    • Caída de arbolado
    • Terremotos
    • Rayos

Medidas ante los riesgos

El objetivo último de los estudios es diseñar, cuando es necesario, las medidas de mitigación que hagan el nivel de riesgo aceptable. Es decir, buscar una situación en la que la probabilidad e intensidad de los daños esperables, riesgo residual, se considere pueda ser asumible por la sociedad. Generalmente se actúa o bien sobre el peligro y/o sobre la exposición y/o sobre la vulnerabilidad. Las principales medidas se pueden agrupar en:

  • Medidas predictivas: Aquellas que tienen como objetivo indicar, con anticipación, dónde, cuándo y con qué intensidad va o puede ocurrir un determinado suceso. Para ello es importante la elaboración de mapas de peligrosidad, el estudio de precursores del suceso y la instalación de redes de vigilancia y monitoreo climático. Los boletines de nieve que genera Alurte estaría dentro de este grupo de medidas.
  • Medidas preventivas: Aquellas que están encaminadas a disminuir o evitar los daños derivados de los diferentes riesgos. Por un lado, nos encontramos con medidas estructurales que supone la construcción física como por ejemplo el reforzamiento de las edificaciones para rebajar su vulnerabilidad. Por otro lado, están las medidas no estructurales que no suponen una construcción física y que utilicen el conocimiento, las prácticas o los acuerdos para reducir el riesgo como: la elaboración de mapas de riesgo, la ordenación del territorio (con reubicación de bienes y lugares de estancia de personas), instalación de sistemas de alerta temprana y comunicación del riesgo, planes de autoprotección, etc).
  • Medidas correctoras: Aquellas cuya finalidad es evitar o disminuir la posibilidad e intensidad del fenómeno adverso (peligro). Entre ellas cabe destacar como medidas estructurales las obras estabilizadoras o de desviación del fenómeno de zonas potenciales de impacto, gestión de avenidas, cortafuegos, obras de defensa en la zona de impacto, etc.

También se diferencia entre medidas de mitigación activas, que promueven la actuación directa tanto estructural como no estructural antes de que se desarrolle el fenómeno intentando pararlo, hacerle frente con la organización civil y la formación de la población, etc. Las medidas de mitigación pasivas, que no actúan directamente sobre el fenómeno, sino que intentan mitigar sus efectos actuando sobre los factores de vulnerabilidad y exposición principalmente con la ayuda de la legislación y la planificación, las normas de construcción, la ordenación del territorio, etc. No requiere de tantos recursos económicos públicos para su corrección.

Las posibles medidas que reducen el nivel de riesgo deben evaluarse y combinarse de forma óptima para alcanzar el nivel de seguridad aceptable para la sociedad respetando su viabilidad técnico-económica, aprobación social y compatibilidad ambiental.

Es muy importante, y a ello tiene un especial interés el centro Alurte, el estudio y difusión de los avances técnicos en relación a medidas estructurales o no estructurales novedosas, apoyadas en las tecnologías más modernas, que puedan contribuir de forma activa a la tarea de mitigación del riesgo, reduciendo con ello las posibles afecciones a personas y bienes.